Puede que la bici no resista nuestro peso
que las galletitas que el rocío acerca,
se consuman, o derritan entre las manos,
que la lluvia moje los pasos, las pisadas que dejamos
las huellas que borramos, para olvidarnos del pasado.
Puede que tus dudas y tus preguntas encuentren eco en mi voz
aunque no te responda, ni sepa que decir,
puede que responda algo que ni yo me creo pero ahí estoy de todas formas.
en cada calle juntos luchando con el viento que se lleva la tela,
con la lluvia que empapan las respuestas y que siempre encontramos húmedas al final
del camino.
Y con la tranquilidad de saber que si caigo, quizás tu mano sostenga mi cabeza, o quizás sea
la mano de otro, pero se que tu la sostendrías de haber podido y viceversa. Y que no habrá rimas sino
mas rabia, para estar allí donde hay que estar, donde queremos estar, con el
rocío de la madrugada, con el color del cielo por la tarde, planificando cervezas en bares
sandinistas, al menos para recitar de memoria la Dulce carola, y creerme tu historia de muerte
y de café, o escucharla y reírme de tu ingenio.
Puede que se atore el mundo en nuestras gargantas, que vomitemos el sol de madrugada, los
agujeros negros que nos roban nuestras partículas, los fantasmas que en la pantalla se posan,
para irse de noche en tu escalera, frágil, como el verano que no llega, y si llega para qué,
para que la ley del valor nos ajusticie para por fin llegar al menos una vez a fin de mes,
Y que más da, si el tiempo se me tiñe de un color ámbar maravilloso, y ya no me importa nada
más o algunas sin tanta relevancia.
al fin y al cabo el viento no pudo arrojar nuestra bandera
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